Puedes hacer que las cosas ocurran: Conoce el Código que mueve a la acción
Autor: Santiago Pérez-Castillo. Interim Manager
“Opino con Sade, que al deseo los frenos le sientan fatal…” cantaba Joaquín Sabina hace algunos años en su canción “Wisky sin Soda”. Y no puedo menos que estar de acuerdo con él a la vista de cómo nos comportamos las personas cuando nos vemos inmersos en un proceso de cambio: en numerosas ocasiones… echamos el freno de mano.
Si bien las causas para este rechazo son debidas a diferentes razones tal y como comentaba en un post anterior titulado ¿Resistimos contra todo y contra todos? 12 razones por las que nos resistimos al cambio, no es menos cierto que (y ahí está el arte de esta profesión de Interim Manager) también puede conseguirse que los cambios sean aceptados y que el proceso de cambio sea admitido y se lleve a cabo con éxito.
¿Y por qué en unos casos sí y en otros no? ¿Existen alguna clave para que los cambios sean aceptados? Pero sobre todo ¿Cómo pueden conseguirse?
Si analizo los proyectos que llevo a cabo como Interim Manager en las organizaciones, cuando nos encontramos en medio del proceso de cambio, en mi opinión, el factor más complejo es, sin duda, la gestión de las personas que han de ponerlo en práctica. Y es por ello que, cuando debatimos la propuesta el Plan de Acción con la Dirección de la Empresa, una de las preguntas clave que siempre suele aparecer es: “¿y cuál es el aspecto crítico del que depende el éxito de todo el proyecto?”: Las personas –digo- y para ello hemos de estar preparados.
Opino así ya que mi experiencia me ha demostrado que no basta con poner encima de la mesa un planteamiento impecable. No basta tener la autoridad para “imponer” lo que debe hacerse. No basta el decir lo que debe hacerse; sino que no debemos olvidar que son las personas las que harán que el proceso de cambio tenga éxito… o por el contrario… fracase. Así de simple; así de complejo.
Entonces… ¿qué podemos hacer para vencer esa resistencia al cambio? Seguro que muchos de nosotros habremos oído hablar de técnicas de motivación, de recompensas, de visualización de los beneficios y, sobre todo, de la capacidad de liderazgo de la figura directiva.
En mi opinión todo eso es muy acertado, pero creo que el aspecto clave cuando intentamos conseguir que otras personas acepten el cambio que les proponemos y, lo pongan en marcha, la clave –repito- radica en conocer qué es lo que pasa por sus mentes. Dicho de otro modo: conocer cómo piensan. O lo que sería lo mismo: cómo activar el código que mueve a las personas a la acción que tanto deseamos.
Me ha llamado la atención el mensaje que he leído recientemente en un artículo sobre el libro Ca$hvertising del autor D.E. Witman. En este libro, aplicado a técnicas de venta, el autor plantea que está en nuestro código más básico el no poder evitar seguir la siguiente secuencia:
Tensión >>> Deseo >>> Acción
Y creo que puede tener razón. Pensemos…¿Cómo reaccionamos las personas cuando tenemos un Deseo?, Porque un Deseo es un tipo de Tensión que sientes cuando una necesidad no ha sido cubierta. ¿Y cuál es nuestra reacción ante ese Deseo?. ¿Esperamos?. O por el contrario, si podemos hacer algo para aliviar esa Tensión, para satisfacer ese Deseo… pues claro que sí: ¡nos ponemos en Acción!
Entonces, parece lógico pensar que si somos capaces de:
–Primero- Tocar la fibra sensible de las personas y generarles una situación de Tensión, de incomodidad (necesidad de cambio fuera de su zona de confort).
–Segundo- Hacerles desear las ventajas del cambio: Bien porque deseen disfrutar de los beneficios de la nueva situación; o también porque es una forma de evitar la pérdida de algo que ya tienen y que aprecian.
-Tercero- Entonces, y sólo entonces, les podremos plantear un “camino”, un Plan de Acción (ahora sí), que compartirán o que ayudarán a pulir, ya que hay algo en ellos que les mueve a la Acción, puesto que encuentran, como dice Fiona Tucker, que “hay algo para ellos en todo este proceso”. Entonces, esto sí que va con ellos.
¿Qué ocurre en muchos procesos de cambio? Que entramos directamente a imponer el Plan de Acción sin haber dado con la “combinación” de nuestro código más básico. Les ponemos delante el camino sin haberles generado la sensación de urgencia ni el deseo de viajar…
Quizás la “pregunta del millón” sea: ¿Y cuál es esta combinación? Pero sobre todo ¿Cómo podemos “tocar” esa fibra sensible que genere tensión, provoque un deseo y mueva a la acción?
Todos tenemos dos niveles de “fuerzas” que mueven nuestro código más básico:
- Aquellas fuerzas que podríamos llamar “vitales”. Son 8 deseos básicos con los que nacemos y que son comunes a todas las personas:
- Supervivencia, Disfrutar la vida, Extensión de la vida
- Disfrutar de la comida y de la bebida
- Estar libres de miedos, dolor y peligros
- Disfrutar de condiciones de vida confortables
- Superioridad, Ser un ganador, Poseer lo que se desea
- Aprobación social
- Cuidado y protección de los seres queridos
- Deseo sexual
Y otro nivel de fuerzas que podríamos llamar “secundarias”. Son 9 deseos secundarios que los hemos aprendido de nuestra relación con los demás:
- Limpieza
- Eficiencia
- Conveniencia
- Confianza, Calidad
- Expresión de belleza y estilo
- La sensación de Economía, Beneficio
- Información
- Las gangas, los chollos
- La curiosidad
Al comprender esta reflexión, lo primero que me viene a la cabeza es la rueda de la combinación de una caja de seguridad…
¿Y si fuéramos capaces de ver y de mover estos dos niveles como la rueda de la combinación de una caja de seguridad? ¿Y si fuéramos capaces de alinear los distintos deseos hasta dar con el código que todas las personas tenemos y que hace que nos movamos a la acción?
Entonces – y sólo entonces- estaremos en disposición de gestionar el cambio, activando la secuencia básica que moverá a las personas a la acción, esto es:
Tensión >>> Deseo >>> Acción
Y eso ¿Puede hacerse? Opino que sí. Aquí es donde aquellas habilidades directivas que todos habremos oído (empatía, liderazgo, escucha activa, negociación, etc…) entran en juego. Yo tengo mi método, y otras personas tienen los suyos. Esto es lo que enriquece el mundo de la gestión empresarial y hace que más que una “ciencia” pueda considerarse como un “arte”.
Porque no nos olvidemos, en todo proceso de cambio, la parte del análisis y del diseño; la parte de lo que “hay que hacer” siempre ha sido más sencilla que la parte de “hacerlo”. De ahí que siempre afirme “Tan importante como saber qué hacer, es contar con alguien que sea capaz de hacerlo”. Y no digamos lo valioso que resulta poder contar… “con una persona que dé con la combinación que consiga que todo el mundo haga lo que debe hacer”
Si deseas llevar a cabo un proceso de cambio o si te encuentras estancado en medio de la situación actual, contáctanos
Servicios de Interim Management | Conferencias y Formación | Casos de Éxito | Prensa y TV
Etiquetas: cambio, Interim, profesionales
Aprendamos a liderar desde la enseñanza (un líder debe saber enseñar) » Interim Management | Valencia | Barcelona | Madrid | Consultores says:
[…] esas “fibras sensibles” que, como comentaba en un post anterior, hacen que todos los demás nos movamos a la acción. Y esto, según mi propia experiencia: esto de hacer que las cosas ocurran es algo que siempre he […]