En un post anterior, titulado La importancia de tener un rumbo definido, comentaba como resulta muy humano tener «vértigo» cuando el suelo (la seguridad) falla bajo tus pies.
Si bien en ese post, mi intención era resaltar cómo a muchos y excelentes profesionales les está resultando complicado ver más allá y tener un objetivo hacia el que orientar su proyecto profesional, creo que no me equivoco mucho si extendiendo esta apreciación al ámbito empresarial y en concreto a los empresarios o directivos que tienen en sus manos el timón del barco.
Recientemente he iniciado conversaciones con dos empresas con el fin de comenzar sendos proyectos de Interim Management y me ha llamado la atención cómo la situación presentada por las mismas era bastante similar. Muy sucintamente podríamos decir que se trata de empresas, con una interesante facturación en los momentos de bonanza, y que ante la situación actual no encuentran las palancas adecuadas para adaptar su estructura, aclarar sus ideas y finalmente reorientar su negocio hacia nuevas posibilidades. Y eso tiene remedio si cuentas con las personas adecuadas.
Pero sobre todo, lo que más me llamó la atención fue la sensación de angustia que ambos gerentes (dueños de sus empresas) reflejaban en sus palabras: En ambos casos, su principal temor no estaba relacionado con no volver a ser lo antaño fuimos; sino que sus palabras, más bien mostraban su angustia ante la pérdida de todo lo que hemos llegado a construir con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo. Y eso… eso sí que da vértigo.
En ambos casos se trataba de emprendedores que hace algunos años comenzaron sendos negocios y han llegado a ser empresarios. Se trata de negocios que tras su inicio dubitativo, crecieron, negocios que prosperaron superando las dificultades que encontraron a lo largo del camino y que no fueron pocas a la vista de los detalles que fueron desgranando los empresarios a lo largo de las intensas conversaciones que mantuvimos.
He de reconocer, que en ninguno de los casos me dio la sensación de tratarse de personas a las que nadie les haya regalado nada. Más bien todo lo contrario, se trata de personas que han sufrido diversas y difíciles situaciones que han tenido que superar para conseguir lo que han conseguido. No creo que en estos casos concretos haya sido, ni su “cuna” ni su “familia” la que les haya permitido emprender un proyecto y posteriormente darle forma al negocio sobre el que han construido una empresa. En otros casos que he vivido, quizás sí, pero en estos casos con toda seguridad no era así.
Y entonces ¿por qué se paran ahora? ¿no habían superado ya situaciones complicadas con anterioridad?
Mejor dicho ¿por qué esta situación es distinta a las que han tenido que afrontar hasta la fecha? ¿Por qué estos empresarios no saben “desatascar” la situación en la que se encuentran inmersos en estos momentos?
La verdad es que no ha sido sino después de tener las conversaciones con estos empresarios y reflexionar sobre este hecho, cuando he podido caer en la cuenta de un aspecto que luego ellos mismos me han ido confirmando conforme hemos desarrollado más la relación: Están desorientados. Y eso, eso es nuevo para muchos de los empresarios. Intentaré explicarme mejor…
Este perfil de empresarios está acostumbrado a DUDAR. Esto es, tienen muy claro lo que quieren conseguir y en muchas ocasiones hasta el modo de conseguirlo. Así es que cuando a lo largo del camino les han ido saliendo posibles opciones entre las que podían dudar, “sencillamente” han tenido que elegir unas opciones frente a otras que han tenido que desechar. Y si han llegado hasta aquí, evidentemente ha sido como consecuencia de un proceso de selección natural… han acertado más veces que han errado; en los momentos de duda, han tomado más decisiones acertadas que erróneas. Parece sencillo pero puede simplificarse en este proceso.
Si bien esta simplificación (“elegir correctamente”) puede parecer simplista, mis respetos a quien ha llegado hasta aquí… muchos otros no han podido contarlo.
¿Y ahora? ¿Qué es lo que hace que la situación sea radicalmente distinta? ¿Por qué estos empresarios se encuentran desorientados y no reaccionan como antes?
Opino que estos empresarios en concreto no están acostumbrados a estar DESORIENTADOS. Es más, cuando se orientaron, miraron con ambición hacia arriba y se pusieron en marcha para superar todos los obstáculos una vez tuvieron fijado el rumbo.
Pero ¿y si en la situación actual carecieran de ese rumbo? ¿Y si no supieran hacia dónde dirigir esa capacidad de superar todos los obstáculos que les salgan por el camino? Sería como pelear contra fantasmas, contra los molinos de viento contra los que peleaba nuestro ingenioso Hidalgo Don Quijote.
He aquí lo que estos empresarios están viviendo en estos momentos: necesitan una reorientación. Necesitan una visión fresca de la situación tanto empresarial como personal y un plan de acción que les haga volver a poner rumbo a su barco. Y esta reorientación no están consiguiendo hacerla en estos momentos ellos por sí solos. Esa es la realidad.
Para volver a tener rumbo, esta vez necesitan poder tener una visión que no esté condicionada por la historia reciente, y tampoco por la menos reciente. Necesitan disponer de una visión realista que baje a tierra expectativas desorbitadas, pero que también ponga en valor lo bueno que tiene el negocio. Que ecualice y que ajuste las coordenadas de la empresa, que ni era tan buena como nos creíamos entonces, ni tampoco es tan mala como nos creemos ahora.
Y de esta nueva visión lo que se obtiene es una nueva perspectiva, un nuevo rumbo hacia el que poder encaminarse y volver a hacer lo que ellos saben hacer mejor que nadie: superar los obstáculos. Combinando lo que ellos conocen de su negocio (y quién mejor que ellos mismos) con lo que aportamos los externos a la hora de enfocar estas nuevas situaciones.
Porque en muchos de los casos, la clave de nuestro proyecto empresarial, e insisto de nuevo, está en tener un rumbo definido en nuestro proyecto. En caso contrario seguiremos perdidos, como Alicia en el Pais de las Maravillas cuando encontró al gato-filosofo de Chershire, el cual no le pudo aclarar el camino porque ni ella misma sabía a dónde se dirigía…
Etiquetas: cambio, empresa, Interim, profesionales
José Manuel Iñiguez says:
De acuerdo con el articulo. Diría más, no es solo que falte el rumbo sino que en este nuevo escenario los sistemas de medida y seguimiento no son probablemente los mismos e incluso nos falta una nueva definición del exito. ¿Destino? ¿Camino? ¿Mapa? ¿Instrumentos?. En todo caso estoy seguro que con un poco de reflexión, imaginación, coraje e ilusión saldremos de esta. Por nosotros no va a ser. ¿verdad?